LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA
![Coat of Arms of the Royal Spanish Academy.svg](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/7/7f/Coat_of_Arms_of_the_Royal_Spanish_Academy.svg/746px-Coat_of_Arms_of_the_Royal_Spanish_Academy.svg.png)
HISTORIA
En 1711, España, a diferencia
de Francia, Italia y Portugal, no tiene
un gran diccionario. El núcleo inicial de la futura Academia lo forman en ese
año los ocho novatores que se
reunían en la biblioteca del palacio madrileño de Juan Manuel Fernández Pacheco, situado en
la plaza de las Descalzas Reales en Madrid.
La Real Academia Española fue
fundada en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, VIII
marqués de Villena y duque de Escalona, con el
propósito de «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor
propiedad, elegancia y pureza».
El objetivo
era fijar el idioma en el
estado de plenitud que había alcanzado durante el siglo XVI y que se había
consolidado en el XVII. Se tomaron como modelo para su creación la Accademia della Crusca italiana
(1582) y la Academia Francesa (1635). La
primera sesión oficial de la nueva corporación se celebró en la propia casa del
marqués de Villena el 6 de
julio de 1713,7 acontecimiento que se
registra en el libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. Su creación,
con veinticuatro sillas, fue
aprobada el 3 de octubre de 1714 por Real Cédula de Felipe V, quien la acogió bajo su
«amparo y Real Protección».
Esto significaba que los
académicos gozaban de las preeminencias y exenciones concedidas a la
servidumbre de la Casa Real. Tuvo su primer sede en el
número 26 de la calle de Valverde, de donde
se trasladó a la de Alarcón esquina a Felipe IV, su sede definitiva.
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/f/f6/Estatutos_rae_1715big.jpg/320px-Estatutos_rae_1715big.jpg)
Se dedica a la regularización lingüística mediante la
promulgación de normativas dirigidas a fomentar la
unidad idiomática entre o dentro de los diversos territorios que componen el
llamado mundo hispanohablante; garantizar
una norma común, en concordancia con sus estatutos fundacionales: «velar por
que los cambios que experimente [...] no quiebren la esencial unidad que
mantiene en todo el ámbito hispánico».
Fue fundada en 1713 por
iniciativa del ilustrado Juan Manuel Fernández Pacheco, VIII marqués de Villena y duque de
Escalona, a imitación de la Academia Francesa. Al año
siguiente, el rey Felipe V aprobó su constitución y la
colocó bajo su protección.
Las directrices lingüísticas
que propone se recogen en diversas obras. Las prioritarias son el diccionario, abreviado DRAE (art. 2.º de
sus estatutos), editado periódicamente veintitrés veces desde 1780 hasta hoy; y
la gramática (4.º), editada finalmente en diciembre 2009.
Desempeña sus funciones en la
sede principal, inaugurada en 1894, en la calle Felipe IV, 4, en el barrio de
Los Jerónimos, y en el Centro de Estudios de la Real Academia Española, en la
calle Serrano 187-189, en 2013.
Lema
Lema
Ilustración
con el lema de la Academia (edición de 1822).
En la conciencia, según la
visión de la época, de que la lengua española había llegado a un momento de
perfección suma, fue propósito de la Real Academia «fijar las voces y vocablos
de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza». Se
representó tal finalidad con un emblema formado por un crisol puesto al fuego,
con la leyenda Limpia, fija y da
esplendor. Nació, por tanto, la institución como un centro de trabajo
eficaz, según decían los fundadores, «al servicio del honor de la nación».
Esta vocación de utilidad
colectiva se convirtió en la principal seña de identidad de la Academia
Española, diferenciándola de otras academias que habían proliferado en los
siglos de oro y que estaban concebidas como meras tertulias literarias de carácter
ocasional.
Afianzamiento
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/c1/Palacio_Marqu%C3%A9s_de_Villena.jpg/800px-Palacio_Marqu%C3%A9s_de_Villena.jpg)
Fachada del antiguo Palacio del Marqués de Villena, primer lugar de reunión de la Real Academia.
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/c1/Palacio_Marqu%C3%A9s_de_Villena.jpg/800px-Palacio_Marqu%C3%A9s_de_Villena.jpg)
Fachada del antiguo Palacio del Marqués de Villena, primer lugar de reunión de la Real Academia.
En 1723 se le concedieron al
marqués 60 000 reales anuales para sus publicaciones. Fernando VI le permitió
publicar sus obras y las de sus miembros sin censura previa.
En 1726 se publica el primer
volumen del gran diccionario de la época, y en 1741 el de ortografía. Y
después, una gramática.
En 1784, María Isidra de Guzmán y de la Cerda, primera
mujer doctora por la Universidad de Alcalá, fue
admitida como académica honoraria y, aunque pronunció su discurso de
agradecimiento, no volvió a comparecer más. Se cuenta entre las primeras
mujeres académicas del mundo.
No volvió a
haber otra fémina hasta la elección como académica de número de Carmen Conde en 1978.
En 1842 solicitaron un crédito
de ochenta mil reales por dos años para financiar el nuevo Diccionario a José Nicasio Gallego quien era
secretario de la propia Real Corporación. Mediante dicho préstamo la Academia
hipotecó todos sus bienes. En 1847 se pudo saldar la hipoteca.
En 1848 la Academia reformó su
organización por medio de unos nuevos estatutos, aprobados por Real Decreto. Sucesivos
reales decretos (1859, 1977, 1993) aprobaron nuevas reformas.
Las
Academias nacionales
Tras la independencia de los
países americanos, la Real Academia Española promovió el nacimiento de
academias correspondientes, en cada una de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Esta
decisión estuvo motivada por la idea central del movimiento llamado panhispanismo o hispanoamericanismo, según la
cual los ciudadanos de todas las naciones de matriz española tienen por patria
común una misma lengua (el español) y comparten el patrimonio de una misma
literatura. A pesar
de que hubo precedentes de academias nacionales creadas con independencia de la
Española, como la Academia de la Lengua de México (1835), que se disolvió para dar paso a la correspondiente Academia Mexicana de la Lengua (1875), y
de que alguna de las academias americanas, como la Academia Argentina de Letras (1931), no
tuvo vinculación estatutaria con la RAE hasta fundarse la ASALE, desde 1870 se
establecieron en América diversas
academias hispanoamericanas subordinadas estatutariamente a la RAE, a las que
se llamó correspondientes por
mantener con la academia matriz una relación por correspondencia postal. A
ellas se añadieron la Academia Argentina de Letras, la Academia Filipina de la Lengua Española y la Academia Norteamericana de la
Lengua Española, que tienen actualmente igual rango y
condiciones que la RAE. Estas veintiuna academias constituyen con la Real
Academia Española la Asociación de Academias de la
Lengua Española (ASALE), fundada en 1951 en el marco del I
Congreso de Academias celebrado en México.
La ASALE es el órgano de
colaboración de todas ellas en la promoción de una política lingüística
panhispánica.
Esta
política, plasmada en numerosos proyectos de trabajo conjunto, fue galardonada
en el año 2000 con el Premio Príncipe de Asturias de
la Concordia, concedido a la Real Academia Española, junto con la Asociación de
Academias de la Lengua Española.
Una nueva
visión
El 20 de octubre de 1993 se
constituyó la Fundación Pro Real Academia
Española, entidad que tiene como finalidad atraer recursos económicos para la
financiación de las actividades e iniciativas de la Academia. Está regida por un patronato,
cuya presidencia de honor corresponde al rey de España, la presidencia al
gobernador del Banco
de España y la vicepresidencia al director de la Real Academia Española. Las
vocalías corresponden a otros académicos, presidentes de las comunidades
autónomas y de empresas privadas, como socios fundadores.
En los nuevos estatutos
aprobados en 1993, se consideró necesario supeditar el antiguo lema fundacional
-Limpia, fija y da esplendor-
al objetivo superior de trabajar al servicio de la unidad idiomática . El artículo primero establece, en tal sentido, que
la Academia “tiene como misión principal velar por que los cambios que
experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de
sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito
hispánico”. De esa forma quedaba sancionado un compromiso que la Academia había
asumido ya desde el siglo XIX.
La Fundación está abierta a la
participación de particulares mediante la correspondiente cuota económica,
miembros benefactores, y entre las actividades subvencionadas se encuentran la
realización del banco de datos, el Diccionario
del estudiante, el Diccionario panhispánico de
dudas y otras obras en proyecto o desarrollo como la Gramática normativa.
Principales cambios
ortográficos
Los principales cambios ortográficos de la lengua española aprobados en
2010 son:
Exclusión
de los dígrafos ch y ll del abecedario
Se excluyen definitivamente
del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es,
conjuntos de dos letras o grafemas que
representan un solo fonema. Estos
dígrafos no están incluidos en los diccionarios desde el X Congreso de la Asociación de Academias de la
Lengua Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose desde
entonces en todas las obras académicas. Las palabras que comienzan por estos
dígrafos o que los contienen no se alfabetizan aparte, sino en los lugares que
les corresponden dentro de la c
y de la l, respectivamente.
La eliminación de los dígrafos
ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo
alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos signos dobles
seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras
españolas: el dígrafo ch en
representación del fonema /tʃ/ (chico
[/tʃíko/]) y el dígrafo ll en
representación del fonema /ʎ/ o, para hablantes yeístas, del fonema /ʝ/ (calle [/kaʎe/, /kaʝe/]). La novedad
consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del
abecedario.
Supresión de la tilde en la o
escrita entre cifras y entre signos.
Hasta ahora se venía
recomendando escribir con tilde la conjunción disyuntiva o cuando aparecía entre dos cifras o
entre dos signos (por ejemplo +
o -), a fin de evitar que
pudiera confundirse con el cero. Este uso de la tilde diacrítica no está
justificado desde el punto de vista prosódico, puesto que la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento)
y tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la
escritura mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de la
conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero evitan
suficientemente que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente a 102).
Por lo tanto, a partir de este momento, la conjunción o se escribirá siempre sin tilde, como corresponde a su
condición de palabra monosílaba átona, con independencia de que aparezca entre
palabras, cifras o signos.
Las palabras ya asentadas con
el prefijo sin- con el sentido
de ‘carencia’ se escriben unidas. En las de nueva formación se puede escribir
unido o separado (pero no con guion). Si se une, ante b y p se
convierte en sim-.
la sinrazón
el sinsabor
el sinvivir
el
sinsentido
el
sinsustancia
sinigual o
sin igual
simpar o sin
par
sintecho o
sin techo
sintierra o
sin tierra
simpapeles o
sin papeles
Cuando se une sub- a una palabra que empieza por b, se conservan ambas consonantes,
con excepción de subranquial y subrigadier.
subboreal
subbase
Se recomienda simplificar
siempre trans- como tras-, salvo cuando se aplica a
palabras que empiezan por s.
trascendental
trasportar
traslúcido
trasoceánico
trasparente
traspapelar
traspaso
transexual
transiberiano
Mayúsculas y
minúsculas
Los cargos se escriben con
minúscula inicial, vayan o no acompañados del nombre de la persona que los
tiene.
el rey Juan
Carlos I,
el papa Pío
IX
el ministro
el
presidente
el director
general
el juez
el
magistrado
Los tratamientos se escriben
con minúscula inicial. Sus abreviaturas, sin embargo, se siguen escribiendo con
mayúscula.
don
|
D.
|
hermano
|
Hno.
|
señor
|
Sr.
|
su
santidad
|
S.
S.
|
su
excelencia
|
S.
E.
|
monseñor
|
Mons.
|
ilustrísimo
|
Ilmo.
|
excelentísimo
|
Excmo.
|
Controversias
Las innovaciones ortográficas
introducidas no han estado exentas de polémicas como son, entre otras, las
suscitadas por la uniformización recomendada del nombre de las letras del
alfabeto, por el hecho de que con las
nuevas normas haya palabras escritas que dejan dudas sobre su dicción o por la nueva forma de uso
del prefijo.
Fuentes:
enciclopedia libre
Real Academia de la Lengua
Autores:
Castillo Arlen y Mercado Idayra
9°C
Fuentes:
enciclopedia libre
Real Academia de la Lengua
Autores:
Castillo Arlen y Mercado Idayra
9°C