martes, 10 de noviembre de 2015




LA REAL  ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


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HISTORIA
En 1711, España, a diferencia de Francia, Italia y Portugal, no tiene un gran diccionario. El núcleo inicial de la futura Academia lo forman en ese año los ocho novatores que se reunían en la biblioteca del palacio madrileño de Juan Manuel Fernández Pacheco, situado en la plaza de las Descalzas Reales en Madrid.[]
La Real Academia Española fue fundada en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, VIII marqués de Villena y duque de Escalona, con el propósito de «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza».[
]El objetivo era fijar el idioma en el estado de plenitud que había alcanzado durante el siglo XVI y que se había consolidado en el XVII. Se tomaron como modelo para su creación la Accademia della Crusca italiana (1582) y la Academia Francesa (1635). La primera sesión oficial de la nueva corporación se celebró en la propia casa del marqués de Villena el 6 de julio de 1713,[7] acontecimiento que se registra en el libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. Su creación, con veinticuatro sillas, fue aprobada el 3 de octubre de 1714 por Real Cédula de Felipe V, quien la acogió bajo su «amparo y Real Protección».
Esto significaba que los académicos gozaban de las preeminencias y exenciones concedidas a la servidumbre de la Casa Real.[][] Tuvo su primer sede en el número 26 de la calle de Valverde, de donde se trasladó a la de Alarcón esquina a Felipe IV, su sede definitiva.[]
La Real Academia Española,[ ]también conocida por sus siglas RAE, es una institución cultural con sede en Madrid, capital de España. Ella y otras veintiuna academias correspondientes a sendos países donde se habla español conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Se dedica a la regularización lingüística mediante la promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática entre o dentro de los diversos territorios que componen el llamado mundo hispanohablante; garantizar una norma común, en concordancia con sus estatutos fundacionales: «velar por que los cambios que experimente [...] no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico».[]
Fue fundada en 1713 por iniciativa del ilustrado Juan Manuel Fernández Pacheco, VIII marqués de Villena y duque de Escalona, a imitación de la Academia Francesa. Al año siguiente, el rey Felipe V aprobó su constitución y la colocó bajo su protección.[]
Las directrices lingüísticas que propone se recogen en diversas obras. Las prioritarias son el diccionario, abreviado DRAE (art. 2.º de sus estatutos), editado periódicamente veintitrés veces desde 1780 hasta hoy; y la gramática (4.º), editada finalmente en diciembre 2009.
Desempeña sus funciones en la sede principal, inaugurada en 1894, en la calle Felipe IV, 4, en el barrio de Los Jerónimos, y en el Centro de Estudios de la Real Academia Española, en la calle Serrano 187-189, en 2013.

Lema


Ilustración con el lema de la Academia (edición de 1822).
En la conciencia, según la visión de la época, de que la lengua española había llegado a un momento de perfección suma, fue propósito de la Real Academia «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza». Se representó tal finalidad con un emblema formado por un crisol puesto al fuego, con la leyenda Limpia, fija y da esplendor. Nació, por tanto, la institución como un centro de trabajo eficaz, según decían los fundadores, «al servicio del honor de la nación».
Esta vocación de utilidad colectiva se convirtió en la principal seña de identidad de la Academia Española, diferenciándola de otras academias que habían proliferado en los siglos de oro y que estaban concebidas como meras tertulias literarias de carácter ocasional.


Afianzamiento



Fachada del antiguo Palacio del Marqués de Villena, primer lugar de reunión de la Real Academia.
En 1723 se le concedieron al marqués 60 000 reales anuales para sus publicaciones. Fernando VI le permitió publicar sus obras y las de sus miembros sin censura previa.
En 1726 se publica el primer volumen del gran diccionario de la época, y en 1741 el de ortografía. Y después, una gramática.
En 1784, María Isidra de Guzmán y de la Cerda, primera mujer doctora por la Universidad de Alcalá, fue admitida como académica honoraria y, aunque pronunció su discurso de agradecimiento, no volvió a comparecer más. Se cuenta entre las primeras mujeres académicas del mundo.[
]No volvió a haber otra fémina hasta la elección como académica de número de Carmen Conde en 1978.
En 1842 solicitaron un crédito de ochenta mil reales por dos años para financiar el nuevo Diccionario a José Nicasio Gallego quien era secretario de la propia Real Corporación. Mediante dicho préstamo la Academia hipotecó todos sus bienes. En 1847 se pudo saldar la hipoteca.[]
En 1848 la Academia reformó su organización por medio de unos nuevos estatutos, aprobados por Real Decreto. Sucesivos reales decretos (1859, 1977, 1993) aprobaron nuevas reformas.

Las Academias nacionales
Tras la independencia de los países americanos, la Real Academia Española promovió el nacimiento de academias correspondientes, en cada una de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Esta decisión estuvo motivada por la idea central del movimiento llamado panhispanismo o hispanoamericanismo, según la cual los ciudadanos de todas las naciones de matriz española tienen por patria común una misma lengua (el español) y comparten el patrimonio de una misma literatura.[] A pesar de que hubo precedentes de academias nacionales creadas con independencia de la Española, como la Academia de la Lengua de México (1835),[ ]que se disolvió para dar paso a la correspondiente Academia Mexicana de la Lengua (1875), y de que alguna de las academias americanas, como la Academia Argentina de Letras (1931), no tuvo vinculación estatutaria con la RAE hasta fundarse la ASALE, desde 1870 se establecieron en América diversas academias hispanoamericanas subordinadas estatutariamente a la RAE, a las que se llamó correspondientes por mantener con la academia matriz una relación por correspondencia postal. A ellas se añadieron la Academia Argentina de Letras, la Academia Filipina de la Lengua Española y la Academia Norteamericana de la Lengua Española, que tienen actualmente igual rango y condiciones que la RAE. Estas veintiuna academias constituyen con la Real Academia Española la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), fundada en 1951 en el marco del I Congreso de Academias celebrado en México.
La ASALE es el órgano de colaboración de todas ellas en la promoción de una política lingüística panhispánica.[
]Esta política, plasmada en numerosos proyectos de trabajo conjunto, fue galardonada en el año 2000 con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, concedido a la Real Academia Española, junto con la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Una nueva visión
El 20 de octubre de 1993 se constituyó la Fundación Pro Real Academia Española, entidad que tiene como finalidad atraer recursos económicos para la financiación de las actividades e iniciativas de la Academia.[] Está regida por un patronato, cuya presidencia de honor corresponde al rey de España, la presidencia al gobernador del Banco de España y la vicepresidencia al director de la Real Academia Española. Las vocalías corresponden a otros académicos, presidentes de las comunidades autónomas y de empresas privadas, como socios fundadores.
En los nuevos estatutos aprobados en 1993, se consideró necesario supeditar el antiguo lema fundacional -Limpia, fija y da esplendor- al objetivo superior de trabajar al servicio de la unidad idiomática[.] El artículo primero establece, en tal sentido, que la Academia “tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”. De esa forma quedaba sancionado un compromiso que la Academia había asumido ya desde el siglo XIX.
La Fundación está abierta a la participación de particulares mediante la correspondiente cuota económica, miembros benefactores, y entre las actividades subvencionadas se encuentran la realización del banco de datos, el Diccionario del estudiante, el Diccionario panhispánico de dudas y otras obras en proyecto o desarrollo como la Gramática normativa.

Principales cambios ortográficos
Los principales cambios ortográficos de la lengua española aprobados en 2010 son:[][]
Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario
Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. Estos dígrafos no están incluidos en los diccionarios desde el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose desde entonces en todas las obras académicas. Las palabras que comienzan por estos dígrafos o que los contienen no se alfabetizan aparte, sino en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente.
La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /tʃ/ (chico [/tʃíko/]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ʎ/ o, para hablantes yeístas, del fonema /ʝ/ (calle [/kaʎe/, /kaʝe/]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del abecedario.

Supresión de la tilde en la o escrita entre cifras y entre signos.
Hasta ahora se venía recomendando escribir con tilde la conjunción disyuntiva o cuando aparecía entre dos cifras o entre dos signos (por ejemplo + o -), a fin de evitar que pudiera confundirse con el cero. Este uso de la tilde diacrítica no está justificado desde el punto de vista prosódico, puesto que la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento) y tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la escritura mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de la conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero evitan suficientemente que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente a 102). Por lo tanto, a partir de este momento, la conjunción o se escribirá siempre sin tilde, como corresponde a su condición de palabra monosílaba átona, con independencia de que aparezca entre palabras, cifras o signos.
Las palabras ya asentadas con el prefijo sin- con el sentido de ‘carencia’ se escriben unidas. En las de nueva formación se puede escribir unido o separado (pero no con guion). Si se une, ante b y p se convierte en sim-.
la sinrazón
el sinsabor
el sinvivir
el sinsentido
el sinsustancia
sinigual o sin igual
simpar o sin par
sintecho o sin techo
sintierra o sin tierra
simpapeles o sin papeles
Cuando se une sub- a una palabra que empieza por b, se conservan ambas consonantes, con excepción de subranquial y subrigadier.
subboreal
subbase
Se recomienda simplificar siempre trans- como tras-, salvo cuando se aplica a palabras que empiezan por s.
trascendental
trasportar
traslúcido
trasoceánico
trasparente
traspapelar
traspaso
transexual
transiberiano



Mayúsculas y minúsculas
Los cargos se escriben con minúscula inicial, vayan o no acompañados del nombre de la persona que los tiene.
el rey Juan Carlos I,
el papa Pío IX
el ministro
el presidente
el director general
el juez
el magistrado
Los tratamientos se escriben con minúscula inicial. Sus abreviaturas, sin embargo, se siguen escribiendo con mayúscula.
don
   D.
hermano
   Hno.
señor
   Sr.
su santidad
   S. S.
su excelencia
   S. E.
monseñor
   Mons.
ilustrísimo
   Ilmo.
excelentísimo
   Excmo.
Controversias
Las innovaciones ortográficas introducidas no han estado exentas de polémicas como son, entre otras, las suscitadas por la uniformización recomendada del nombre de las letras del alfabeto, por el hecho de que con las nuevas normas haya palabras escritas que dejan dudas sobre su dicción o por la nueva forma de uso del prefijo.

Fuentes:
enciclopedia libre
Real Academia de la Lengua 
Autores:
 Castillo Arlen y Mercado Idayra 
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